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Investigación revela que los universitarios chilenos se sienten obligados a ser felices y exitosos

El equipo del Fondecyt regular que lidera Sandra Iturrieta.

El equipo está formado por Aranza Vargas, Sandra Iturrieta, Raúl Hozven, Clément Colin, Catalina Fernández, Jonathan Franco y Natalia Ahumada.

Resultados preliminares de proyecto Fondecyt Regular, liderado por la académica de la Escuela de Trabajo Social PUCV, Sandra Iturrieta, muestran que los estudiantes viven la formación profesional con mucha ansiedad, estrés y angustia.

Cumplir con el estándar de éxito que les impone el modelo neoliberal de nuestro país, lo que se traduce en conseguir lo antes posible un reconocimiento social y económico y, además, ser felices; son objetivos que están afectando el desarrollo de los estudiantes universitarios de nuestro país, quienes se sienten cada vez más estresados, ansiosos y angustiados.

Así lo revelan los resultados preliminares del Proyecto Fondecyt Regular, “Bienestar subjetivo estudiantil universitario: ideas de futuros perdidos e ideas hauntológicas en contextos de transformación del trabajo humano”, que lidera la académica de la Escuela de Trabajo Social de la PUCV, Sandra Iturrieta y que cuenta con el profesor Clément Colin como coinvestigador.

“Acabamos de terminar la ejecución del primer año del proyecto Fondecyt. Vimos la transmisión intergeneracional de las ideas de éxito y felicidad en estudiantes universitarios. Entrevistamos a estudiantes, hombres y mujeres de distintas carreras. Lo interesante de este proyecto es que considera todos los campos del conocimiento reconocidos por el ministerio de Educación, que son diez, no es solo Trabajo Social o las carreras de las Ciencias Sociales”, explicó la doctora Sandra Iturrieta.

Pero el equipo investigador no solo conversó con los jóvenes. Iturrieta destacó que “también con la persona adulta significativa que la o el estudiante nos indicaba y la persona adulta mayor significativa que la o el estudiante nos indicaba”, lo que enriqueció aún más la información obtenida.

Este estudio parte de la hipótesis central de que el malestar emocional y psicológico que viven quienes se están formando hoy en día como profesionales no es una condición generacional ni individual, sino que más bien producto de distintos factores.

Tras la primera etapa del proyecto, que tiene una duración de cuatro años, Sandra Iturrieta señaló que “ya tenemos los primeros resultados e indican que la hipótesis que habíamos puesto en el proyecto se valida, en el sentido de que estamos frente a una felicidad estandarizada y a una noción de éxito estandarizado. Las juventudes universitarias hoy en día viven la formación profesional con mucha ansiedad, mucho estrés y angustia porque están presionados por cumplir con un referente de éxito y se sienten obligados a ser felices en una sociedad neoliberal como la chilena que les indica que tienen todas las posibilidades de ser felices y exitosos porque este país tiene todo para lograrlo”.

El estudio consideró entrevistas a jóvenes de Copiapó, Valparaíso, Santiago y Aysén de entre 21 y 27 años y en una primera instancia se muestran diferencias importantes entre lo que piensan los estudiantes de la zona central en relación a los de zonas más alejadas. “Advertimos diferencias territoriales que se plasman en las ideas de futuro de los jóvenes. Las ideas de futuro entre los jóvenes de la zona central son distópicas; sienten que cualquier cosa que hagan es riesgosa. Los que tienen una mejor situación económica tienen miedo a que una vez que se titulen pierdan esa condición y ganen menos. Los que son pobres temen nunca salir de la pobreza. Lo territorial, el ritmo de vida de la zona central estaría influyendo en esa visión”.

Por el contrario, los estudiantes de Coyhaique tienen una idea utópica del futuro. “Todavía piensan que se van a titular, que van a ser felices, van a tener una vida tranquila, van a vivir siempre en Coyhaique y tendrán un pasar tranquilo, relajado y un ingreso que les va a permitirá sobrevivir. No hay evidencia de miedo al futuro”, advirtió Sandra Iturrieta.

El fantasma de las mujeres

Entre los factores que condicionan el bienestar o malestar estudiantil se encuentran las hauntologías, ideas de situaciones que no existen, pero que son gravitantes en la actuación de las personas en la actualidad; fantasmas que permean la vida cotidiana. “Hemos encontrado fantasmas bien interesantes. Uno de ellos es la necesidad de ser inteligentes en las mujeres. Cuando la transmisión intergeneracional viene de abuelas a madres y de madres a hijas, da cuenta de esa exigencia por ser inteligentes”, destacó Iturrieta.

“La hija se siente súper ansiosa porque tiene que demostrarse a sí misma y a los demás que es inteligente, pero eso lo vivió antes la madre y también la abuela. Solo que lo viven en realidades socioeconómicas distintas. La abuela se siente súper feliz porque dice que gracias a su inteligencia la familia ha sobrevivido; la madre se siente feliz porque es profesional y con su inteligencia ha podido sacar adelante a esta familia, y la hija se siente en deuda con esa inteligencia”, agregó la académica.

Para los investigadores, estos primeros resultados sirven de guía para los profesores universitarios. “En el aula deberíamos ser muy sutiles y tener mucha claridad para abordar esta característica de los estudiantes universitarios que se supone están en una universidad porque son inteligentes”, manifestó Sandra Iturrieta.

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